El
teatro, a principios del siglo XX se rige por los gustos del público
burgués y surgen dos tendencias: el teatro de éxito comercial y el
teatro renovador.
El
teatro comercial es un teatro cómico o melodramático, destinado a
satisfacer las exigencias del público que huye de los planteamientos
ideológicos pero conserva las formas dramáticas tradicionales. En
este teatro destaca Valle-Inclán junto con García Lorca, aunque el
más conocido es Jacinto Benavente. El
teatro cómico también tuvo un gran éxito con el público. Los
escritores más importantes son Carlos Arniches, Serafín y Joaquín
Álvarez Quintero y Pedro Muñoz Seca.
El
teatro renovador fracasó al intentar atraer al público aunque ahora
es el más apreciado. Sus autores más importantes fueron
Valle-Inclán, García Lorca, Unamuno y Jacinto Grau.
Divinas
palabras es una obra de transición en la dramaturgia de Valle-Inclán
que anticipa numerosos rasgos de lo que va a ser el teatro
expresionista y esperpéntico del autor a partir de 1920. La
substitución de los mundos ficticios de naturaleza épico-mítica,
propios de su primer teatro, por un universo, igualmente ficticio,
pero más próximo a la realidad del momento son señales de este
cambio. También lo son la mezcla de elementos tragicómicos que
socavan el sentido trágico de los sucesos terribles que se
desarrollan en la trama. En el análisis del diálogo se demuestra
que ni sus conductas resultan tan inmotivadas y absurdas como
ocurrirá más tarde con las de otros personajes esperpénticos ni la
deformación grotesca alcanza en ellos el grado extremo que adquirirá
posteriormente.
Con
esta pieza Valle-Inclán inicia el camino hacia su teatro
expresionista y esperpéntico aunque en ella aún están presentes
rasgos de su teatro anterior, modernista y simbolista. En la obra se
deja atrás ese teatro anterior abandonando los mundos ficticios de
naturaleza épico-mítica, poblados por una sociedad estamental para
presentar un universo ficticio, pero más próximo a la realidad del
momento, en la que está presente la sociedad contemporánea y el
pueblo llano.
En
esta obra Valle vuelve a un ambiente gallego, pero habla de la
Galicia rural de la época. En este ambiente ocurren hechos propios
de la tragedia.
El
subtítulo Tragicomedia en la aldea emparenta
la pieza con los dramas y tragedias rurales. Muchos aspectos permiten
adscribirla a dicha variedad dramática: el ambiente, el tipo de
caracteres, los instintos primarios que dominan la naturaleza de los
personajes. Pese a esto, Divinas palabras no
encaja bien en el perfil de drama rural, ya que no hay un afán de
realismo o costumbrismo tópicos, aunque sí el deseo de estilización
del ambiente rural de la tierra gallega, a partir de su folklore, de
sus tradiciones y de su lengua, para crear un ambiente simbólico y
universal, adecuado a los conflictos que viven los caracteres y a las
pasiones que en él se desatan. Tampoco hay fatalismo, los personajes
de la obra están dominados por pasiones primarias, por intereses
elementales, casi instintivos aunque con total despreocupación
moral, sin ningún tipo de culpabilidad o de impresión fatalista.
Valle-Inclán
pretendía también recrear y estilizar la lengua hablada popular,
con raigambre en La Celestina.
Representación teatral de Divinas Palabras.
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